Elogio de «Ludi» y V.-Epílogo a una vida ejemplar-

Ludi en el Muelle. Nicanor Piñole.

Elogio de «Ludi» y V.-Epílogo a una vida ejemplar-

Nos adelantamos un poco a los acontecimientos con el celebérrimo danzón de marras. Tan poco como un año. Y es que Ludi, en pleno verano de 1934, observa y sueña al estilo de Julio Verne. Aquella playa que contempla no es la de su ayer infantil. Aquella playa ya es otra cosa. Y él intuye, soñando, soñando, que llegará un día en que la desembocadura del Piles será otra cosa. Y anticipa, por las buenas, ese tostaderu al que ya estamos acostumbrados en su Cocktail playero, en el que dirá, visionario y en un instante dado. todo lo que sigue a continuación:

 

Y tras el verano el otoño. Noviembre. Capítulo publicitario poco menos que inabarcable. A través de una técnica en la que reincide, una vez más, Ludi, muy al tanto del éxito de su disco publicitario y que sabe de su difusión a través de las ondas:

Jovencita encantadora

que, pletórica de vida,

cantas de «El San Luis» el disco 

mientras gustas tu comida…

Pero hablábamos de noviembre. El de Todos los Santos y Fieles Difuntos. Son días en los que se representa por los teatros de toda España el drama por excelencia de José Zorrilla: Don Juan Tenorio. Y los amigos de Ludi le animan a que trate el tema y él, complaciente, escribe sobre la marcha y ante sus propias narices esa parodia que él titula «Salpicaduras del Tenorio». Carta de don Juan a doña Inés cuya última parte dice así:

Y tendrás, d’«El San Luis» mismo,

lujosos impermeables, gabardinas impecables, 

cueros de manga ranglán, 

y unas medias misteriosas no sé si de red o malla, 

con las cuales ya no falla la pesca de tu «Don Juan. 

Desde luego te aseguro que al ver lo elegante qu’eres, 

envidiarán las mujeres tu deslumbrante postín,

mas no ha de faltar alguna que tu condición rebaje, 

pregonando que te traje desde el claustro a recostin. 

¡Adiós Inés de mi vida! ¡Sólo nací para amarte! 

¡Pronto podré acompañarte por las calles de Gijón! 

Quiero que los envidiosos, al verte tan linda y maja 

me pregunten en voz baja: 

¿Dónde les pesques, ladrón?

 

Sería inútil seguir deshojando la margarita antológica de los versos de Ludi. Porque Ludi creo haberlo demostrado es algo más que Un kilo de versos, y precisamente por ser así, recuperamos en estos apuntes la dimensión humana, social y popular de uno de nuestros poetas más jaleados. Y él pagaba a sus seguidores con idéntica moneda. Cada nuevo poema suyo era un piropo a la majeza de sus paisanos. Ludi, sí, era estrépito, bullicio, clamor de múltiples resonancias.

El Independiente 27 de marzo de 1909

Sin embargo la vida de Ludi cada vez se centra más en la familia y las amistades. Se va cerrando el círculo que le atrajo, como un imán, hacia esa zona playera de sus estudios iniciales. Reparte sus ocios entre dos establecimientos: «Casa Argüelles» y «Casa Zabala» en los que siempre se topa con la ronda fraterna de los amigos. Rutina de una vida que, paradójicamente, necesitaba de la cordialidad del prójimo, del diálogo variopinto y de esos minutos empapados de cordialidad y de cuyo encanto le era difícil prescindir.

Luego, como un mazazo, los avatares del 36, que aventaron amistades y vidas. Es el caso de Ludi, a quien le enmudecen su lira para siempre en un 7 de marzo de 1937, y a través de unas concausas la venganza pasional, o el odio, o los celos, o la envidia, o la usura. a las que todavía sigue estigmatizando el misterio. Antes y después, Adeflor (en 1915 y 1948) y Francisco Carantoña (en 1969), suscribieron emotivos y cordiales prólogos a su único y antológico libro publicado: Un kilo de versos, reeditado en 1986 y con un prólogo a cargo de quien suscribe. Evaristo Valle le ilustró con su maestría habitual. Pero, reconozcámoslo y lo atestiguo a través de mis fichas en torno a él fueron tantos y tantos los versos que escribió, que se me antoja hubiesen dado de sí para plurales libros antológicos con subido y festivo regusto localista a la antigua usanza.

Diario El Comercio 18 de enero de 1938

El recuerdo de Ludi permanece vivo en su ciudad pero, como veremos, no del todo. Su libro es un clásico, Jerónimo Granda puso música y popularizó alguno de sus poemas, el Ateneo Jovellanos hace años convocó en varias ediciones el premio de poesía «lúdica Ludi» uno de cuyos ganadores fue en 2003 José Miguel Fernández Suárez, Chechu, con «Gijón: XX siglos de coña marinera», el grupo gijonés de teatro Ververemos lleva en su repertorio la obra de Ludi, y una calle tiene su nombre en Tremañes desde el año 1990.

Tenía su nombre. De hecho la pequeña calle, una calleja sin edificios, que llevaba el nombre de Luis Fernández Valdés «Ludi», con entrada por los pares de la avenida de Los Campones un poco más allá de la zona llamada El Puente, no existe. Se ve su inicio, ya sin la placa callejera que hace años tenía, y muy modificada por los cambios urbanísticos de los últimos años en Tremañes. Se supone que habrá que solucionar la cosa. Se supone que habrá que hacer posible que alguien pueda decir, «yo vivo en la calle de Ludi». Lo cierto es que en la actualidad el nombre de Luis Fernández Valdés «Ludi» figura oficialmente en el callejero, pero paradójicamente no existe esa calle.

Texto extraido de libro: Míticos de Gijón de Luis Miguel Piñera e Ignacio Peláez

 

 

Viñetas Asturianas por Patricio Adúriz  (Cronista oficial de Gijón). El Comercio 19 de abril de 1987.

Además de los cinco artículos anteriores,  para la elaboración de las entradas, también utilicé otros seis artículos que se publicaron en el diario El Comercio entre setiembre y noviembre de 1969, que pude consultar en la Hemeroteca Municipal Luis Adaro sita en la antigua Escuela de Comercio en la calle Francisco Tomás y Valiente, 1.

                                                                                                    

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