Recorte del diario Ce Soir, 10-04-1937 con la foto de los chavales tomada por «Chim» Seymour
«Chim» Seymour, referente del fotoperiodismo, tomó en Gijón hace 75 años imágenes de la Guerra Civil l Esos negativos, perdidos durante 50 años, se exhiben ahora por el mundo
Un día gris de febrero de 1937 en Gijón, un instante congelado en el tiempo. Hace más de medio año que comenzó la Guerra Civil. Un par de niños juegan entre las ruinas de una casa de la calle Jesús probablemente destruida el verano anterior, durante el asedio para controlar la rebelión del Regimiento Simancas. Uno de los niños viste un mono de trabajo, quizá para salvaguardar la ropa que lleva debajo durante sus correrías por el barrio, y se cubre con un casco modelo «Trubia» para protegerse de una contienda que ya forma parte de la vida cotidiana de la ciudad. Tiene unos 8 o 10 años de edad y es muy probable que viva en una de las calles aledañas al tramo central de la avenida de los Hermanos Felgueroso.
Un fotógrafo de paso se detiene y realiza varias instantáneas de los niños jugando a las construcciones con los escombros, sin que ellos parezcan darse cuenta, y finalmente se acerca más y realiza este retrato del chaval en el que por la derecha se cuela también levemente la imagen de su amigo.
Muy probablemente el niño nunca llegó a verlo. Hoy sabemos mucho del fotógrafo y del negativo en el que quedó impresa esta imagen, pero desconocemos todo acerca del niño. Ignoramos si siguió viviendo en Gijón, si fue evacuado de la ciudad y se convirtió en un «niño de la guerra» o si sobrevivió a los bombardeos de la Legión Cóndor del verano y el otoño siguientes. Nada acerca de cómo fue su vida después, ni siquiera si hoy aún vive.
Nos queda la duda de si recordó alguna vez aquel episodio y se preguntó adónde iría a parar aquella fotografía y qué fue del fotógrafo. Eso nosotros hoy sí lo sabemos.
Esta imagen forma parte de un lote de 126 rollos de película fotográfica que reúnen un total de 4.500 instantáneas tomadas entre los años 1936 y 1939 por los fotógrafos Gerda Taro, Robert Capa y David Seymour -apodado Chim- en distintos puntos de España a lo largo de la Guerra Civil. Hoy las conocemos como las fotos de la «maleta mexicana». En su conjunto componen un testimonio de valor incalculable sobre la evolución de la fotografía y el fotoperiodismo bélico, pero también sobre un momento crucial de la historia española y del intento de frenar la expansión del fascismo en Europa.
Las imágenes tomadas por Chim, el único de los tres que estuvo en Asturias y que fue el autor de una quincena de rollos fotográficos que contienen unas 330 imágenes entre las que se incluye ésta, corresponden a fotografías hechas a lo largo del mes de febrero de 1937 en el frente de Oviedo, en Gijón y en Langreo. El fotógrafo recogió en ellas la vida cotidiana tanto en la vanguardia como en la retaguardia de la Asturias republicana, prestando especial atención a las personas, tanto milicianos como población civil.
Algunas de estas imágenes fueron publicadas en «Regards», «Ce Soir», «The Ilustrated London» y «The New York Times» entre febrero y junio de ese mismo año. Quienes las vieron posiblemente no sospecharon que otras similares podrían tomarse en medio mundo unos años después.
Los tres fotógrafos eran inmigrantes judíos de Alemania, Polonia y Hungría que se conocieron tras instalarse en París a comienzos de los años treinta.
La fotografía marcó sus vidas y determinó su muerte. Gerda Taro falleció aplastada por un tanque en el frente de Brunete en el verano de 1937, unos días antes de cumplir 27 años. Capa también murió trabajando, tras pisar una mina en Vietnam en 1954, durante la guerra de Indochina. Finalmente, Chim fue ametrallado en Egipto en 1956 durante la guerra del Sinaí.
El material fotográfico realizado por ellos en España entre 1936 y 1939 se dio por perdido durante más de medio siglo, tiempo durante el que se manejaron diversas opiniones a favor y en contra de su existencia y de su posible paradero. De la evidencia del paso de Taro, Capa y Chim por España quedaban las fotografías que se habían publicado en la prensa durante el conflicto, pero ésa era la punta de un iceberg en paradero desconocido. Un testimonio gráfico sin parangón del que sólo llegaron a aparecer algunos lotes en París en 1970 y 1978 y otro más en Suecia en 1979, este último conservado hoy en el Centro Documental de la Memoria Histórica ubicado en Salamanca.
Pero ni aproximadamente suponían el grueso principal del material.
Se sabía que cuando Robert Capa, ante el avance de las tropas nazis, abandonó su estudio de París en 1939, donde tenía recogido este material gráfico, lo hizo dejando las tres cajas que contenían los negativos -una por cada fotógrafo- a cargo de Tchiki Weiss, también fotógrafo y colaborador de Capa y Chim. Él fue el encargado de sacar de París el material y para ponerlo a salvo viajó hasta Burdeos en bicicleta con las cajas en una mochila. En medio del caos en que se sume Francia durante el comienzo de la II Guerra Mundial, Weiss puso los negativos en manos de alguien que le dio garantías de su salvaguarda, pero finalizado el conflicto no pudo recordar quién era. A partir de ahí el material se da por perdido.
Sin embargo, hoy sabemos que en algún momento los negativos llegaron a manos del general Francisco Aguilar González, embajador mexicano ante el gobierno de Vichy entre 1941 y 1942. Posteriormente, Aguilar regresó a Ciudad de México llevándolos como parte de su equipaje. Muy probablemente nunca supo cuál era el contenido de aquel material ni fue consciente de su relevancia, y si lo supo se olvidó de él y terminó arrinconado en algún lugar de su residencia.
Los negativos fueron finalmente descubiertos en 1995 entre los efectos de Aguilar por el director de cine mexicano Benjamin Tarver, heredero del general. A partir de este momento el lote de imágenes acaba bautizándose de manera muy gráfica como la «maleta mexicana».
El hallazgo llegó unos años después a conocimiento de Cornell Capa, hermano de Robert Capa y fundador del International Center of Photography de Nueva York (ICP), quien mediante la ayuda de la cineasta Trisha Ziff logró que en 2007 los negativos fuesen donados por Tarver a este centro.
Tras ello, el ICP procedió a su estudio exhaustivo y a preparar una exposición itinerante para darlos a conocer mundialmente. La muestra se inauguró en Nueva York en el otoño de 2010 y posteriormente fue expuesta en Arlés (Francia), en Barcelona y actualmente está en Bilbao. Después viajará a Madrid y, en 2013, a París.
Seguro que el niño de la foto nunca imaginó que aquel instante de juegos entre las ruinas de Gijón captado hace 75 años iba a ser tan relevante en el futuro, en nuestro presente. Hoy sabemos la historia de su retrato, ahora sólo queda preguntar: ¿alguien sabe quién era él?
HÉCTOR BLANCO, HISTORIADOR
Texto extraido de La Nueva España. 4 de Marzo de 2012
Hermoso álbum. Felicidades
¡Hola Primo!
Pues justo de Capa vi una exposición en Madrid siendo una joven bachiller, me impresionó la muerte de un miliciano, foto que luego dijeron que era un montaje, no se yo…
Me parece muy buena tu idea, voy a tener que documentarme bastante pero… ¡qué demonios! Reto aceptado. En cuanto lo tenga te digo. Muchas gracias y un saludos para todos también.
Magnífico