Rosario de Acuña y Villanueva (Madrid,1850-Gijón, 1923) fue durante los últimos años de su vida vecina de Gijón. Su casa en El Cervigón (La Providencia), donde residió desde el año 1909 hasta su muerte el 5 de mayo de 1923 -que se conserva reformada y es de propiedad municipal- fue y es un símbolo de libertades y de la lucha por la igualdad. De las cosas que siempre defendió Rosario de Acuña.
Durante su estancia en Gijón estuvo muy atenta a lo que pasaba en la ciudad. Lo hizo con su presenciaen diversos actos y con sus colaboraciones en diarios como El Noroeste, además de escribir en Gijón varias de sus obras literarias -poesía, teatro,cartas, cuentos…- muchos de sus artículos publicados en periódicos de ámbito nacional. Rosario de Acuña se integró profundamente en la vida de la ciudad, por ejemplo a través de su querido Ateneo Obrero de Gijón.
Durante el año 2023, centenario de su muerte, tuvieron lugar en Gijón, donde está enterrada, una serie de actividades que recordaron la vida y obra de la librepensadora porque el ejemplo de Rosario de Acuña sigue y seguirá presente en la memoria de todos los gijoneses.
A GIJÓN
¡Gijón! ¡Gijón! El mar en oleadas
vierte en ti su infinita poesía,
y el sol primaveral bello te envía
sus caricias fulgentes, nacaradas.
Por doquiera, tus suaves pomaradas
perfuman el ambiente de alegría,
y, doquiera también, la brisa pía
purifica tus calles esmaltadas.
Vaya hoy mi canto a ti con dulce acento
mientras oigo del mar los soberanos
arrullos, y transporte el raudo viento
mi saludo a los nobles asturianos:
¡es la ofrenda de un vivo sentimiento
al pueblo en que naciera Jovellanos!
Gijón, primavera de 1919
El Noroeste, Gijón, 4-5-1924
Más información en el siguiente enlace:
SER Gijón26/12/2023 – 15:01 h CET
Tras un año plagado de actividades en homenaje y recuerdo a la figura de Rosario Acuña, los actos oficiales organizador por el Ayuntamiento de Gijón para conmemorar el centenario de su muerte llegan este diciembre a su fin. La obra «Rosario de Acuña y Gijón», publicada por la editorial gijonesa KRK y escrita por el cronista oficial de la ciudad, Luis Miguel Piñera, recupera el Gijón del año 1909, momento en que la pensadora decidió instalarse en la ciudad donde residiría hasta su muerte el 5 de mayo de 1923.
Según ha explicado Luis Miguel Piñera en SER Gijón, el libro «no recorre lo que pasaba en el Gijón a principios del s. XX, aunque sí incluyo una cronología de sucesos. Sobre todo de lo que hablo son de los lugares que tienen que ver con ella. No solo la casa donde vivió en el Cervigón, sino sitios en los que estuvo dando mítines, charlas o asistiendo a manifestaciones callejeras y que ella misma refleja en sus textos». Así, la obra transita por los Campos Elíseos, donde Acuña inauguró la Escuela Neutra Graduada, el teatro Jovellanos y café Dindurra, donde estrenó obras o pronunció charlas, o la plaza de la Corrada, donde asistió a un mitin en la calle».
La elección de Gijón por parte de la pensadora para vivir , dice Piñera, fue seguramente debido a la actividad de la ciudad. «En 1909 es un Gijón que a Rosario Acuña le gustó. Ya había visitado varias veces la ciudad, pero en ese año es cuando decide comprar el terreno y edificar la casa. Fue influencia de lo que era Gijón, una ciudad muy industrial, con mucho movimiento social, cultural y político. Posiblemente pensó, aquí no me aburro. Y ahí se instaló en esa casa y efectivamente estuvo muy comprometida».
En la obra, también se repasa el último camino que realizaría el féretro de la escritora desde su casa en el Cervigón ese 5 de mayo de 1923. «Los lugares por donde pasó el féretro, por el Muro parando frente del Ateneo Obrero, que de aquella estaba allí, la plazuela de San Miguel, la calle de Concepción Arenal porque allí había estado la Escuela Neutra o la subida al Sucu, donde está su tumba!».
Piñera también ha puesto en valor el trabajo realizado por los dos grandes estudiosos de la obra de Rosario de Acuña, Xosé Bolado que «recuperó su obra casi completa en cinco volúmenes» y Macrino Fernández Riera, que continúa esa labor de estudio y que en este volumen se encarga del epílogo. «Yo solo seguí sus caminos».
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