Hasta la segunda mitad del siglo XIX este espacio no contaba mayor aliciente que el tratarse de un altozano arbolado donde se ubicaba la capilla de Begoña. Pero pronto comienza a perder su carácter periurbano, para irse transformando progresivamente en la zona verde más relevante de la villa según esta vaya colmatando el recinto murado.
Su proceso de adecuación comienza en 1849, año en el que se destinan 4.000 reales de vellón –parte del pago efectuado por la fábrica de vidrios de Cifuentes, Pola y Cia por sus terrenos en la zona-, para la explanación del tramo comprendido entre la calle Covadonga y la plazuela de Menén Pérez. La intervención se ceñirá en la unificación de rasantes y la apertura definitiva de la calle Conde Don Alonso.
Casi una década después, en 1857, y ...
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