«El patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja como los demás…». Esta
canción infantil, repetida cientos de veces como una letanía sin sentido mientras
jugaba al corro con mis vecinas, empezó a tener significado cuando en la primavera
del año 2002 me hice cargo de la investigación sobre la ciudadela de Celestino
González Solar.
Del mismo modo que mis amigas y yo jugábamos al corro en la acera de la barriada
obrera donde me crié, otras niñas cantaron antes en el patio de la ciudadela
esta misma canción. La acera de mi infancia, el espacio donde nos relacionábamos
los niños del barrio, tenía para nosotros el mismo significado que el patio para los
niños de la ciudadela. Aún a finales de los setenta del siglo xx, las mujeres de mi
barrio salían a charlar a la ...
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