La entrada de hoy va sobre el recuerdo de una exposición celebrada en el Centro de Cultura Antiguo Instituto, entre el 17 de mayo y el 27 de junio de 1999. Organizada por la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular del Ayuntamiento de Gijón.
Las imágenes pertenecen al folleto de la exposición.
A continuación y gracias a la hemeroteca de el diario El Comercio podremos leer el artículo firmado por J.P. sobre la inauguración de la misma.
Debido a la mala calidad de la digitalización me he tomado la libertad de copiarlo, para su mejor lectura.
EL RASTRO DE LA MEMORIA
Una exposición recoge objetos e imágenes de Gijón a lo largo de sesenta años de historia
De tu historia. Gijón, 1937-1977, sesenta años de ciudad es el título de una amplia exposición que estará abierta hasta el 27 de junio en el Centro de Cultura Antiguo Instituto y que recoge en fotografías, carteles, libros, cuadros y objetos de la memoria colectiva de seis décadas gijonesas. La muestra fue inaugurada ayer por el alcalde. Vicente Álvarez Areces, y su organizador, Francisco Crabiffosse.
La exposición es como el resultado de un gran rastro dominical extraido de la memoria colectiva de Gijón y los gijoneses. Un rastro de objetos que permite seguir el rastro histórico de la que fue la ciudad. En esta almoneda de los recuerdos hay cartéles electorales en los que aparecen Cascos y Areces en plena juventud, un retrato al óleo de Franco en uniforme de campaña, pintado por Luis Pardo pocos meses después de terminar la guerra; una tableta de chocolates KiKe, junto a un anuncio de la Litografía Viña, y una colección de camisas Ike de señora y caballero antes de la crisis. Hay también frases de Francisco Carantoña y el retrato que hizo de él Pelayo Ortega.
Se trata de un recorrido por la historia doméstica de la ciudad desde el desarrollo de la Guerra Civil hasta la nueva urbanización de Poniente, con todos los altibajos que supusieron las crisis industriales y políticas, las modas o las pequeñas historias que nunca salieron de los límites del concejo.
El crítico de arte francisco Crabiffosse, comisario de la muestra y encargado de darle forma a partir de miles de aportaciones documentales públicas y privadas, dijo ayer en el acto de presentación que – la historia de las ciudades no está hecha solo de monumentos. Esta exposición pretende revisar la trayectoria común de sesenta años de luces y sombras en los que las aportaciones superan a las pérdidas. Que los gijoneses se reconozcan como forjadores de esta ciudad- .
Y es que la exposición no tiene desperdicio para los gijoneses que hayan nacido en los últimos sesenta años. Desde las impresionantes fotos en blanco y negro que muestran los horrores del final de la Guerra Civil, hasta la ciudad que se proyecta hacia el siglo que viene y que tan poco tiene que ver en lo formal con aquel Gijón, el visitante recibirá pequeños trallazos emotivos en su retina al ver lo que fue Gijón. Los que lo conocieron sentiran el paso del tiempo perdido.
Los que no estaban alli tendran la ocasión, por ejemplo, de saber cómo era el edificio de Bankunión recien construido o que aspecto tenía el colegio del Corazón de María antes de ¨ crecer¨ varias plantas.
También se pueden ver¨ las 1500¨ de Pumarín recién construidas o fotografías del proceso de construcción de la Universidad Laboral acompañadas de una guía del edificio editada nada menos que en inglés.
Motos y camisas
Hay una estupenda colección de carteles que van desde el gusto un pelín hortera de los que animaban rumbosos a veranear en Gijón según el gusto ¨ Spain is diferent¨ de los años sesenta o participar en el Festival de la Costa Verde, hasta los que cultivaban la estética más austera para anunciar el Día de la Cultura de 1976 o pedir solidaridad para la crisis del Naval o de Duro Felguera mucho después.
Empresas ya desaparecidas como Ike o Avello (la precursora de Suzuki) han dejado también sus objetos: una moto modelo Augusta, que haría las delicias de los coleccionistas, o una primorosa colección de los modelos de camisas de la desaparecida fábrica textil gijonesa que, como se recuerda, llegó a hacerse famosa por sus ¨ tres largos de manga por talla¨ . Conseguir las camisas para la exposición no fue facil.
El recuerdo de la trayectoria de fábricas chocolateras de Gijón rescata de los años cuarenta con un album de cromos de la Primitiva Indiana y sigue con lo que fueron los productos de La Herminia, Plin y Sueve, los ya citados chocolates Kike o las gaseosas de La Panera, versión local como pocas de La Casera.
En el apartado de alimentación pueden verse las etiquetas de destilerias La Estrella y su licor Montecarlo, los anises y poches de Ponga o las pastillas ¨decivelamine¨; tan valiosas, según reza su envase, –
En esta galería de seis décadas de historia de Gijón no falta tampoco la fotografía de un juvenil Quini anunciando Trinaranjus sin burbujas, ni tampoco los anuncios en los que un niño se sirve leche Lagisa en vasada en¨ tetrapack¨, un innovador invento de los años setenta que fue el precursor del ahora tan familiar¨ tetrabrick¨.
También se publicó un libro, de lo más interesante, con el mismo título que la exposición.
Las imágenes pertenecen al libro de la exposición.
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