Asturias: una obra para una región.
A lo largo de 1894 empieza a materializarse una idea que pondrá a prueba el espíritu empresarial de Bellmunt y la capacidad y dotación de sus técnicos y talleres.
El verdadero impulsor del proyecto es Fermín Canella Secades (Oviedo, 1849-1924), figura clave de la cultura asturiana y de su generación, tanto por el papel desempeñado en la Universidad ovetense, de la que fue catedrático y rector, como por su prolífica labor investigadora de corte asturianista que compartió con sus compañeros de «La Quintana».
Canella personifica al movimiento que rompe los esquemas hasta entonces imperantes en la concepción de lo que es Asturias. Ecléctico y abierto, y por ello también incomprendido, intentará proseguir el camino científico trazado por esa tradición liberal cuyo origen se sitúa en la Ilustración, conciliándolo, dentro de esa misma interpretación, con las otras perspectivas que desde el mundo universitario enriquecen esa visión de conjunto. A él se deben también algunas de las aportaciones más enriquecedoras de aquel periodo y, singularmente, el deseo de encauzar y aprovechar el potencial de la emigración a América como fuerza transformadora de la sociedad asturiana.
El propio título de Asturias. Su historia y monumentos-Bellezas y recuerdos-Costumbres y tradiciones-El bable-Asturianos ilustres-Agricultura e industria-Estadística resume su intención de realizar una obra que abarcase todo el conocimiento histórico y la realidad contemporánea de la región, contando para ello con la colaboración de un nutrido grupo de investigadores y especialistas. El mismo lo resumirá explicitamente: «Nuestra obra va a condensar y a proclamar por todas partes lo que fue, lo que es y lo que será Asturias».
Por su parte, la contribución de Bellmunt será poner a disposición del proyecto todos los medios materiales con los que cuenta, desde la misma empresa hasta sus propios bienes, con una generosidad sin límites que le llevó casi a la bancarrota.
Para llevarlo a cabo, Bellmunt contratará a nuevos técnicos y buscará la colaboración de artistas y fotógrafos, introduciendo mejoras en el curso de la impresión como la instalación de un taller de fotograbado y otro de encuadernación.
La nómina de tipógrafos, fototipistas y artistas de todo género que participan en la publicación es amplia. Entre los primeros destacan Rafael Molleda Pidal y Gervasio Arenal y González-Manjoya. De las difíciles labores fototípicas se encargaron Isaac Morán Fernández, con una rica trayectoria anterior como diseñador tipográfico e ilustrador; y Rogelio Cifuentes, quien fue también autor de muchos de los originales fotográficos.
En el apartado artístico intervienen pintores, dibujantes y grabadores como Bonifacio Muñiz. y Cárdenas, Arturo Truan Vaamonde, que diseñará una serie de capitulares y algunas cabeceras; y Nemesio Martínez Sienra. Otros artistas activos en Gijón como Juan Martínez Abades, Fernando Pallarés, Julio García Mencía y su hermano Antonio aportaron originales realizados ex profeso.
La mayor parte de las fotografías reproducidas se deben al aficionado Luis Muñiz-Miranda y Valdés-Quevedo, quien con este motivo recorre la región, logrando reunir el más rico archivo gráfico existente sobre ella al que el propio fotógrafo denominará «Las Bellezas de Asturias». Ocasionalmente, también se utilizaron obras de otros profesionales o amateurs como José Bastide, Antonio Fernández Antuña, Baltasar Cué Fernández, Daniel Álvarez Fervienza, Cándido García y el médico Ambrosio Rodríguez Rodríguez .
El contenido literario, de cuya coordinación se encargó Canella, reúne las aportaciones de un total de cuarenta y ocho autores. No todas eran de igual valía. Algunas significaron contribuciones de primer orden al conocimiento de determinados campos, por ejemplo, el etnográfico; otras, sin embargo, son simples recopilaciones de textos.
En ciertos casos, se reprodujeron obras ya publicadas o de escritores fallecidos.
Esa diferencia de nivel, sensiblemente bajo en las monografías de algunos concejos, se deberá por un lado a la negativa de algunos in vestigadores a participar en la empresa, con ausencias llamativas como el de Braulio Vigón y Julio Somoza y, por otro, a la imposibilid ad de encontrar a las personas minimamente capacitadas para realizar determinados artículos, lo que explica el gran número de ellos que son obra del propio Canella o, lo que resulta más extraño, del mismo Octavio Bellmunt, poco dado a estas lides .
La publicación se hizo por entregas y fue editada mediante suscripción, con una tirada de ocho mil ejemplares. Para su difusión se creó una extensa red de corresponsales que abarcó toda Asturias y tuvo ámbito nacional, particularmente en Galicia. Muy importante fue la organización comercial montada en Cuba por el representante de la sociedad de la obra Policarpo Nava, enviado a la isla con ese fin, teniendo en cuenta la confianza puesta por los promotores en el mercado de la inmigración. También hubo corresponsales en otros países hispanoamericanos y en Filipinas.
En Diciembre de 1894 salía a la calle el primer cuaderno, que constaba de un pliego de impresión de cuatro páginas y 16 columnas de texto, acompañado de una lámina fototípica de 18 x 24, todo ello presentado en una cuidada guarda. Siete años después, en 1901, y después de más de 164 entregas, se daba por concluido el Asturias.
Lujosamente encuadernada en tres volúmenes, la obra recogía,en un total de quince hojas y mil doscientas ochenta y una páginas, ciento sesenta y tres láminas fototípicas y un gran número de fotograbados que resumían el afán de perfección y el amor a Asturias que había animado a sus promotores a lo largo de tan ardua empresa.
Texto, Francisco Crabiffosse Cuesta, extraído del folleto de la exposición, Asturias de Bellmunt y Canella, Una Aventura Editorial (1894-1901) celebrada en el Museo- Casa Natal de Jovellanos en el año 1996.
Hojas en donde venían los fascículos de la colección.
Asturias de Octavio Bellmunt y Fermin Canella Parte del TOMO I perteneciente a Gijón
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