Guillermo Rionda y el urbanismo en Gijón (1931-1937)

Durante la Segunda República se acometió en Gijón / Xixón una trascendente labor urbanística buscando una mejor calidad de vida para sus habitantes. Dos alcaldes, Gil Fernández Barcia y Avelino González Mallada, impulsaron desde el Ayuntamiento una serie de iniciativas que hoy son parte esencial de la ciudad que disfrutamos.

Esas transformaciones alcanzaron su culmen, paradójicamente, durante la guerra civil. Las circunstancias excepcionales del momento facilitaron abordar un proceso de reforma urbana sin precedentes hasta entonces. La creación de nuevos espacios públicos, la mejora de la red viaria o el desarrollo de zonas verdes fueron objetivos realizados en aquel momento, otros quedaron en propuestas que fueron realidad décadas más tarde.

En Guillermo Rionda y el urbanismo en Gijón (1931-1937) se aborda por primera vez este periodo de la historia del urbanismo local en su conjunto e identificando con amplitud a sus impulsores políticos y responsables técnicos. Entre ellos destaca la figura del aparejador Guillermo Rionda Menéndez, adalid de las reformas más significativas realizadas y que transformaron la ciudad para siempre.

Este compromiso en favor del interés público le costó la vida en 1938 víctima de la represión franquista. 

           Introducción

 Durante unos meses entre los años 1936 y 1937 se acometió en Gijón una operación urbanística que modificó la ciudad de manera notable. El objetivo primordial fue el esponjamiento de la trama urbana mediante la creación de nuevos espacios públicos o la ampliación de otros ya existentes, el ensanchamiento de varios viales para para favorecer la circulación, además de la eliminación de construcciones de la playa de San Lorenzo. Esas modificaciones repercutieron hasta el presente en una mejora cualitativa de la habitabilidad de la zona central de Gijón. Si no se hubiesen realizado entonces, es probable que nunca se hubiesen hecho. Igualmente, también en esos meses se plantearon actuaciones que, por su evidente acierto, acabarían realizándose años o décadas después, algunas a finales del siglo XX. Otras aún siguen pendientes de ejecución en el presente. Así la creación de los parques del cerro de Santa Catalina y de Los Pericones, la prolongación de la calle Marqués de San Esteban hacia La Calzada — actual avenida de Jose Manuel Palacio—, la creación de una ronda de circunvalación del casco urbano, al igual que la ejecución de una estación intermodal de trenes y autobuses ya constan en el documento Reformas Urbanas de Gijón, redactado en 1937. Esa intensa actividad urbanística, ejecutada en plena guerra civil, fue tan certera y precisa tanto por responder a objetivos que ya llevaban décadas formulados en Gijón como por atender a los criterios internacionales que habían ido refrendándose a partir de 1924 como pilares del urbanismo moderno. Previamente a esos meses, Gijón ya había conocido entre 1932 y 1935 un periodo de esfuerzo sobresaliente buscando la mejora de la calidad de la vida urbana, logrado en un tiempo complejo marcado por una crisis económica mundial de primera magnitud. En esos años se entendió la obra pública como el mecanismo para obtener un doble beneficio: lograr una mayor habitabilidad de Gijón —esencialmente mediante la extensión de las redes de abastecimiento de agua potable y de saneamiento—, a la vez que servir como fuente de empleo. En paralelo también se tuvo presente que la extensión de dichos servicios tarifados contribuían a aumentar la recaudación municipal favoreciendo la continuidad de acción en ese ámbito. En el presente La Escalerona aparece como casi el único referente significativo del Gijón gestado durante la Segunda República, cuando sólo es la parte más llamativa de todo lo hecho bajo impulso municipal entre el 14 de abril de 1931 y el 21 de octubre de 1937. Esta realidad no es casual. La mayoría de los avances logrados para la ciudad en estos años fueron rápidamente obviados y ninguneados, cuando no reducidos a su parte más impactante —las demoliciones vinculadas al plan de reformas— falseada como sinónimo de caos y destrucción. Es sumamente significativo ya no que lo hecho durante ese periodo no se revirtiese tras la ocupación de Gijón por las tropas fascistas, si no que dos de los espacios más notorios generados por ese «caos y destrucción» se nombrasen como «plaza del Generalísimo» —la actual plaza del Parchís— y «avenida de la Victoria» —el amplio vial creado frente a la playa entre las calles Capua y Cabrales—. Para quienes asumieron la responsabilidad de la gestión de todas aquellas mejoras sólo quedó el ostracismo, en el mejor de los casos, cuando no el exilio y la muerte. Los alcaldes Gil Fernández Barcia y Avelino González Mallada 1 , el concejal Guillermo Rionda Menéndez y el arquitecto José Avelino Díaz y Fernández-Omaña —vinculados a la gestión política y técnica de todas aquellas mejoras— no tuvieron ningún reconocimiento en vida por su legado. El recuerdo de González Mallada no llegó al callejero local hasta el año 1987 con una vía en El Coto; el de Díaz y Fernández-Omaña fue realidad en 2011 nombrando una plazoleta próxima al Ayuntamiento. En ese mismo año se puso el nombre de Guillermo Rionda Menéndez a unos jardines en Montevil y en Roces se inauguró el parque del Alcalde Gil Fernández Barcia. En todos los casos, salvo en el de Díaz Omaña, fruto de iniciativas de ciudadanos particulares. Quedaba como asignatura pendiente trazar una mínima línea que precise lo sucedido en aquellos seis años y su repercusión en la vida cotidiana de gijonesas y gijoneses tanto del pasado, como del presente y del futuro. Este trabajo, Guillermo Rionda y el urbanismo en Gijón entre 1931 y 1937, si bien no profundiza en todos los aspectos que en este ámbito confluyen, sí quiere contribuir a hacer más comprensible el esfuerzo acometido durante aquellos años, toda vez que se han reactivado mecanismos de tergiversación histórica para volver a cubrir de oscuridad el periodo de la Segunda República Española. Los resultados de las mejoras urbanas acometidas durante ese tiempo, hoy parte del mejor presente de la ciudad, se abordan aquí mediante dos partes complementarias: – la primera perfila los antecedentes, el contexto y las actuaciones realizadas entre 1931 y 1937. – la segunda aporta un corpus documental de relevante interés, recogiendo la transcripción de los textos redactados por el aparejador y concejal Guillermo Rionda y por el arquitecto José Avelino Díaz entre 1936 y 1937, así como reseñas posteriores de otros autores sobre esa labor de remodelación urbana.

Como historiadores esperamos contribuir a una comprensión más precisa de aquella época, a la recuperación de la memoria de quienes se esforzaron por darnos un mejor Gijón y, en especial, a destacar el esfuerzo y compromiso que en ese ámbito desarrolló Guillermo Rionda. Una labor que le supuso la sentencia de pena de muerte con la que pusieron fin a su vida quienes quisieron eliminar, mediante la fuerza y la violencia, la modernidad y el progreso de nuestro país. La Sociedad Cultural Gijonesa, activa desde el año 1968 y siempre atenta a temas de la cultura popular y de la memoria social, edita este libro con el apoyo del Ayuntamiento de Gijón / Xixón dentro de la «Convocatoria de subvenciones para la realización de proyectos de recuperación, difusión y conocimiento de la memoria democrática del concejo de Gijón / Xixón 2024».

 

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Emitido el miércoles 09 de abril de 2025

Un libro recupera el legado de Guillermo Rionda, aparejador municipal de Gijón. 

Lugares que son una seña de identidad de Gijón como la plaza del Instituto o el Náutico no existían hace 90 años. La Rampla no era la que hoy conocemos. Algunas de las principales avenidas de la ciudad eran estrechos viales. Tras estos proyectos hay varios nombres propios, los de los alcaldes Gil Fernández Barcia y Avelino González Mallada, el del arquitecto municipal José Avelino Díaz y Fernández Omaña y especialmente el del aparejador Guillermo Rionda, que encarnaba la figura de lo que hoy sería un concejal de urbanismo. Grandes cambios hacia una ciudad moderna que se condensaron en un corto periodo de tiempo: entre 1931 y 1937.
Héctor Blanco y Luis Miguel Piñera firman «Guillermo Rionda y el urbanismo de Gijón».

 

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