La plaza de toros de el Bibio convertida en cárcel

La retirada o la huida. Nicanor Piñole

Obra en la que el pintor deja testimonio del abatimiento y angustia de aquellos que deben abandonar la ciudad hacia el exilio tras la caída de Gijón el 21 de octubre de 1937. Piñole  pinta esta escena a partir de numerosos apuntes que toma del natural en unas calles que estaban dominadas por el desconcierto ante la escasez de medios de evacuación.
Una atmósfera densa y opresiva, en la que domina la gama de colores grises y ocres, envuelve tanto al grupo de combatientes que avanza vigorosamente hacia el frente, como al grupo de mujeres y niños que se retiran con los pocos enseres que han podido rescatar de unas ruinas que les sirven de telón de fondo.

El Fin de la Guerra Civil en Gijón: Recuerdos y Fotografías Inéditas

El 21 de octubre de 1937 marcó un hito trágico en la historia de España, especialmente para Gijón, una ciudad que vivió intensamente las tensiones de la Guerra Civil. En esta entrada de blog, exploraremos no solo el final de los combates en la ciudad, sino también las secuelas que dejó este conflicto en la vida de sus habitantes a través de un recurso invaluable: fotografías inéditas de la Biblioteca Nacional que muestran la dura realidad. de los presos recluidos en la plaza de toros de El Bibio.

La guerra había dejado profundas cicatrices en el tejido social asturiano, y el colapso del bando republicano en el norte supuso la llegada de represalias y reclusiones masivas. Los campos de concentración, considerados inicialmente como una solución temporal para agrupar a los enemigos del nuevo régimen, se convirtieron rápidamente en lugares de sufrimiento y desesperanza. Estos espacios eran gestionados por lo que se conocía como la Comisión Clasificadora, encargada de decidir el destino de los detenidos: si serían enviados a consejo de guerra, al ejército o a batallones de trabajo.

La Comisión Clasificadora, compuesta por elementos afines al régimen franquista, era la responsable de la clasificación de los prisioneros. Un proceso que, lejos de ser justo, estaba impregnado de arbitrariedad y falta de garantías procesales. En estos espacios, la vida de miles de personas pendía de un hilo; el mero hecho de ser denunciado por un falangista o una «persona de orden» podía resultar fatal. Estas denuncias, muchas veces infundadas, se convertían en sentencias que llevaban a la pena capital.

Las cárceles y campos de concentración estaban atestados de hombres y mujeres que habían luchado por un futuro más justo, y cada recluso llevaba consigo no solo su historia personal, sino también las esperanzas de una sociedad que había creído en la posibilidad de un cambio. Las fotos inéditas de la Biblioteca Nacional nos ofrecen un vistazo a esta realidad sobrecogedora. Muestran a hombres desaliñados, con miradas perdidas que parecen reflejar el desamparo y la incertidumbre de aquellos días oscuros.

La Plaza de Toros de El Bibio

Uno de los lugares emblemáticos de este periodo fue la plaza de toros de El Bibio, que se convirtió en un centro de detención masiva. Mientras que el sol brillaba sobre Gijón, una sombra densa se apoderaba de la vida de los detenidos. Lo que antes era un lugar de festejos y cultura se transformó en un símbolo de represión y dolor. Las imágenes de la plaza, ahora documentadas en la Biblioteca Nacional, son testigos silenciosos de la violencia y la desolación.

Los prisioneros, muchos de ellos ciudadanos comunes, agricultores y obreros, eran forzados a vivir en condiciones inhumanas. Las fotografías, que muestran la disposición abarrotada de los detenidos, revelan la cruda realidad de su existencia. Estas personas, que en algún momento habían soñado con un mundo mejor, se encontraban ahora atrapadas en un sistema penitenciario que parecía diseñado para eliminar cualquier vestigio de resistencia.
Las visitas de falangistas y «personas de orden» a estas instalaciones no eran actos fortuitos. Formaban parte de una estrategia sistemática de control social. Estas figuras, armadas con poder y autoridad, recorrían la plaza en busca de amenazas potenciales. Las acusaciones que formularon, muchas veces carentes de fundamento, eran suficientes para que el Consejo de Guerra dictara penas severas.

Este proceso de denuncia y condena instigaba un clima de miedo y sospecha entre la población. Nadie estaba a salvo: amigos, familiares y vecinos podían ser los agentes de la destrucción del otro. La cultura del chivatazo se instauró y, con ella, un ambiente de traición y desconfianza que desgastó los lazos comunitarios y familiares.
El fin de la Guerra Civil no significó el fin del sufrimiento para muchos. Gijón, marcada por la represión, quedó con un legado de dolor y tristeza. Las fotografías que hoy rescatamos de la Biblioteca Nacional son más que simples imágenes; son documentos cruciales que nos recuerdan la fragilidad de la libertad y la importancia de preservar la memoria histórica.

A medida que la sociedad actual reflexiona sobre este capítulo oscuro de nuestra historia, es fundamental reconocer el sufrimiento de aquellos que fueron víctimas de la violencia y la represión. La memoria debería servir como faro, iluminando el camino hacia un futuro donde no se repitan cuentos de atrocidades.

El 21 de octubre de 1937 fue un punto de inflexión devastador para Gijón, una ciudad que nunca volvería a ser la misma. Las imágenes inéditas de los presos en la plaza de toros de El Bibio aún resuenan en nuestras conciencias, recordándonos la necesidad de honrar a aquellos que sufrieron y murieron en nombre de unas ideas que creyeron justas. La historia no debe ser olvidada, sino contada y recordada, para que las lecciones del pasado sirvan de guía a las futuras generaciones.

Estas huellas del pasado son esenciales no solo para entender lo que sucedió, sino también para imaginar un presente y un futuro donde el respeto por los derechos humanos sea un principio inquebrantable. Gijón, y toda España, merecen recordar y aprender de su historia, para que la libertad nunca más sea un bien en peligro.

Las imágenes pertenecen a

Título Gijón (Asturias).. [Diversas escenas tras la entrada de los nacionales] [Material gráfico] / Foto Campúa, Foto
Fecha
1937/10
Tipo de Documento
Dibujos, grabados y fotografías
Materia
Descripción física
1 sobre (49 fotografías) : papel gelatina; 13 x 18 o menos
Signatura
GC-CAJA/45/23
PID
bdh0000279673
Contenido
[1-11] Primera misa celebrada en Gijón después de la entrada de los nacionalistas, 31-10-1937 (11 fot.). [12-19] Banderas blancas de rendición en los balcones, octubre de 1937 (8 fot.). [20-27] Destrozos en la ciudad, octubre de 1937 (8 fot.). [28] Grupo de mineros entregados conversando, 21-10-37 (1 fot.). [29-49] Prisioneros del Ejército Republicano en el exterior e interior de la plaza de toros de Gijón, octubre de 1937 (21 fot.)
Descripción y notas
Al verso, anotaciones mecanografiadas
Al verso de algunas fotografías, mecanografiado: «FRENTE DE ASTURIAS»
En algunas fotografías, etiqueta pegada al verso con nº de serie manuscrito (30F/) y nº de orden dentro de ella. En otras fotografías mecanografiada la serie ( -C) y nº de orden dentro de ella o manuscrita la serie (20/)
Sello al verso de algunas fotografías: «MINISTERIO DEL INTERIOR / SECCIÓN TÉCNICA»
150 años de fotografía en la Biblioteca Nacional p. 272.
Fondo trasladado en 1980 desde el Ministerio de Cultura a la Biblioteca Nacional
Ministerio de Información y Turismo. Sección Guerra Civil
Fotógrafos, agencias y organismos (sello en tinta al verso): «FOTO CAMPÚA», «FOTO DELESPRO», «FOTO DELESPRO» (sello en seco), «DELEGACIÓN DEL ESTADO / PARA PRENSA Y PROPAGANDA / FOTOGRAFÍA», «DELEGACIÓN DEL ESTADO / PARA PRENSA Y PROPAGANDA / SECCIÓN DE INFORMACIÓN GRÁFICA»
Fecha tomada del verso de las fotografías
Hay varios ejemplares de algunas fotografías, siendo el total del sobre 52 copias
Guardado en Caja nº 45
Condiciones uso/reproducción
Solo se autoriza un uso privado o de investigación

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