Gijón: recuerdos de tu playa (2)

Segunda y última entrada sobre la exposición, Gijón: recuerdos de tu playa, de la colección particular de Alfredo Hevia Mendiguren, publicada en el diario El Comercio entre Noviembre de 1992 y Agosto de 1993.

IMÁGENES PARA EL RECUERDO Y PARA EL DEBATE 
La amplia colección de fotografías que Alfredo Hevia Mendiguren ha reunido, y que se presenta a la curiosidad ciudadana con el titulo «Gijón, recuerdos de tu playa,), no sólo tiene un valor afectivo y sentimental,. también posee, por el momento en que es mostrada, un especial valor de estimulo y apoyo para la reflexión urbanística. Las fotografías expuestas abarcan un amplio período de tiempo comprendido, más o menos, entre la última década del pasado siglo y el año 1984, a dos pasos, pues, del fin del milenio que termina. Ello permite seguir los cambios sufridos por un espacio urbano especialmente valioso, e incluso obliga a establecer fecundas comparaciones. Una de las fotos más reveladoras del conjunto es la que nos presenta el acceso al barrio viejo a través del hueco que limitaban la capilla de San Lorenzo y las tiendas del aire, construidas estas últimas sobre el mismo borde del Muro. Por allí se penetraba hacia las Casas Consistoriales y hacia el Campo Valdés, y uno ahora siente cierta nostalgia por ese modo de diferenciar lo distinto, estableciendo un limite claro entre la ciudad del futuro y el núcleo tradicional. Otra serie de fotos nos pone ante los ojos el gran error que durante décadas mantuvo oculto el horizonte, estableciendo una muralla entre el mar y la ciudad. Me refiero, naturalmente, a los viejos balnearios. fruto de un concepto temeroso y restringido de las relaciones entre la gente y la arena. Es cierto que los balnearios constituían una protección contra el Nordeste, y poseían un cierto encanto «snob» y cosmopolita, pero también eran un telón que ocultaba las olas, los navíos, y las lejanías… 
En cierto sentido se echa de menos una referencia a aquel temible proyecto, por fortuna abortado, que propugnaba la construcción de un dique semisumergido ante el arenal de San Lorenzo. Queda fuera del periodo de tiempo elegido por Alfredo Hevia esa iniciativa, pero quizá valiera la pena que cometiese una pequeña vulneración del criterio que como compilador de imágenes y anécdotas playeras se ha impuesto. 
Alfredo Hevia sitúa ante nuestros ojos el fluir del tiempo, o los cambios que el paso de los años 
va imponiendo a los ambientes ciudadanos, que como los hombres o los árboles se transforman según la inevitable ley del devenir. 
La vieja pasarela del río Piles, las fotogénicas pérgolas de los años cincuenta,la ausencia de la iglesia de San Pedro, volada en tiempos de azar y de guerra, el Campo Valdés tradicional, escenario de ceremonias e intimidades, la huella de los zarpazos del Cantábrico sobre el Muro, el barrio de La Arena todavía libre del agobio especulativo… 
Transitar ante esas fotografías es retomar desde atrás el hilo de nuestro existir, ensueño y examen de conciencia a la vez. ¿Acertarán quienes ahora han acometido la tarea de renovar otra vez la fisonomía del borde de la playa? El tiempo dará la respuesta, pero ésta no podrá plantearse en serio sin tener en cuenta el repertorio de imágenes perdidas que Alfredo Hevia nos muestra en esta exposición. 
Imágenes para el recuerdo y para el debate: he aquí un buen lema para definir lo que a la gente se le ofrece aquí, ahora, y en esta sala. 
Francisco Carantoña.