José Antonio Mases y Luciano Castañón en la redacción de la Gran Enciclopedia Asturiana, calle Ruiz Gómez, 10, Gijón. 1971. Foto tomada por Fernando Poblet.
Falta el editor, Silverio Cañada, imprescindible en la realización del proyecto. Fotografía Muséu del Pueblu d’Asturies
-Analizada ahora, casi a los cuarenta años de su materialización, la «Gran Enciclopedia Asturiana» me parece una obra útil, a pesar de las posibles impurezas de su contenido y de su inevitable envejecimiento. Hemos sido pioneros en este tipo de obras regionales, y tanto Cañada como Castañón, si vivieran, se sentirían orgullosos al constatar que nuestra Enciclopedia continúa siendo una casi imprescindible fuente de consulta en los albores del siglo XXI. Yo también me siento satisfecho de haber contribuido a ello.
( José Antonio Mases ).
Gran Enciclopedia Asturiana
En 1970 vio la luz la obra más ambiciosa del editor Silverio Cañada, la Gran Enciclopedia Asturiana. Inicialmente se dotó de quince tomos. Dirigida la obra por el propio Cañada, Luciano Castañón y José Antonio Mases, como Secretario de Redacción figuraba Andrés de la Fuente y como Redactores Manuel Aragón, Ramón Baragaño, Saturnino Díaz, Emilio Fernández, Lucas Fernández, Lucía García Recio, Agustina González, José Antonio González, José María Rodríguez, Gabriel Santullano y José Antonio Vega. La obra se benefició de las ilustraciones realizadas por los dibujantes Francisco Corteguera, Pedro Fernández, Victoriano García Fernández, Emilio Martínez Reguero, José Antonio Rado, Julio Solís Fernández y Elías Santamarina y de la labor de los maquetistas Víctor Acebal y Félix Guisasola.
Colaboradores
Las miles de entradas que incluyó la Gran Enciclopedia Asturiana en sus páginas fueron realizados por una nómina de ilustres colaboradores, grandes conocedores de la Historia de Asturias, entonces aún denominada Provincia de Oviedo, entre los que se encuentran los siguientes: Andrés de la Fuente, Antonio García Linares, Antonio García Miñor, David G. Nuevo Zarracina, David Ruiz González, Elías G. Domínguez, Elviro Martínez Fernández, Eduardo Martínez Hombre, Emilio Ribera, Francisco Jordá Cerdá, Julio Antonio Fernández Lamuño, Ignacio Bertrand Bertrand, Isidoro Cortina Frade, Isolino Llorens, Juan Ignacio Ruiz de la Peña, José Arduengo Caso, Juan Antonio Cabezas, José Antonio Mases, José Antonio Martínez Álvarez, Jesús Evaristo Casariego, Javier Fernández Conde, José García, José Girón Garrote, José Luis Pérez de Castro, Jesús Martínez Fernández, José María Martínez Cachero, José María Roca Franquesa, José Ramón Ovies Ruiz, Juan Santana, Miguel Ángel García Dory, Miguel Ángel González Muñiz, Manuel Ferrero Blanco de Quirós, Manuel González Pola, Óscar Luis Tuñón, Patricio Adúriz, Pedro Mateo González, Ricardo Gómez Muñoz, Raimundo Peña, Víctor Alperi, Aquilino García Tuero, Ángel Viñuela, Ceferino de Blas, Carlos Vázquez Martínez, Eduardo Navarro Pallares, Enrique Truán, Francisco Javier Espiago, Gonzalo Álvarez Sierra, Higinio Cardín Sánchez, Juan de Azcona, Joaquín Alonso Bonet, Juan Arribas García, José Antonio Mases, José Antonio Martínez Álvarez, José Miguel Caso González, Javier González Prado, Jesús Martínez Fernández, José María Lana Díaz, Jesús Neira, José Ramón Tolivar Faes, Juan Uría Ríu, Jesús Villa Pastur, Luis Argüelles, León Bernardo Manso Menéndez, Luis María Fernández Canteli, Lorenzo Rodríguez Castellano, Miguel Ángel González Muñiz, Magín Berenguer Alonso, Matilde Escortell Ponsoda, Marcos G. Martínez, Manuel Julivert Casagualda, Nicomedes Santos, Paulino Martínez Hoyos, Pepe del Valle, Sergio Álvarez Requejo, Santiago Luis Martín y Vicente José González García.
Primera Edición
El Primer Tomo incluía, tras la nómina del Consejo de Redacción y los colaboradores, una Presentación en la que se reivindicaba la flamante obra como continuación de anteriores intentos de fundar una obra enciclopédica sobre Asturias, como el Diccionario Geográfico-Histórico de Asturias de Francisco Martínez Marina o las obras de Jovellanos.
Presentación
El patrimonio tradicional de la realidad asturiana no había sido dado a conocer globalmente, a pesar de las reiteradas tentativas llevadas a cabo en diversas ocasiones de nuestra historia: desde el serio empeño de Martínez Marina o la valiosa recopilación hecha por Jovellanos, sin olvidar la obra, de carácter eminentemente geográfico, del cartógrafo Tomás López, hasta la truncada y, en cierto modo, muy distinta labor de Canal en el «Diccionario Folklórico», no se había logrado la elaboración de una obra enciclopédica que recogiera de una manera total y exhaustiva la temática relacionada con la tierra asturiana.
Y Asturias estaba pidiendo esta obra. Los estudios parciales, fragmentarios y relativamente escasos de que se disponía, resultaban apenas accesibles -cuando no desconocidos- al lector común. Se imponía el esclarecimiento de nuestra cultura, la revitalización de nuestros conocimientos aletargados, corriendo el riesgo, a fin de cuentas, de presentar una minuciosa revisión tanto de nuestro pasado histórico como de nuestro entorno actual. Hablamos de correr un riesgo y ésta es la expresión adecuada, porque, evidentemente, el hecho de acometer una empresa que en sí misma entrañaba no pocas limitaciones, puede parecer, sin entrar en análisis serios, una ocurrencia descabellada. Porque, a simple vista, las limitaciones parecen estribar en que una obra de carácter regional no ofrece excesivo interés en una época como la que vivimos, en que cada circunstancia vital tiende a ensanchar horizontes, abrir puertas y derribar pequeñas fronteras. El fenómeno es falso; las implicaciones de una región determinada exigen y proclaman el derecho a un reconocimiento de ámbito nacional e incluso universal, ya que, a nuestro juicio, la cultura de las masas empieza en el individuo, y la de los pueblos, en el más humilde de los lugares.
La edición de un diccionario enciclopédico entraña siempre una enorme responsabilidad. La tarea es difícil y costosa; impone la organización abrumadora de equipos de especialistas en todos los ramos del saber, y la movilización de múltiples elementos técnicos y artísticos si se quiere rematar la tarea con probabilidad de éxito.
La GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA afrontó el problema de poner en marcha este diccionario con el mayor cariño y entusiasmo, y el resultado está bien claro; por vez primera se presenta al lector una obra enciclopédica inspirada y alimentada en las fuentes de lo estrictamente astur. Ello no es obstáculo, sin embargo, sino más bien acicate, para que el contenido de la ENCICLOPEDIA se relacione o se vincule en su totalidad con el resto del país; sabe bien el lector que la historia de Asturias se halla claramente identificada con la civilización ibérica y que muchos aconteceres decisivos para la Patria, aquí fermentaron y de aquí se esparcieron a través de la nación, involucrándose para siempre en su contexto histórico.
Frente a la necesidad real de aportar un testimonio decisivo de la Región, existía el natural inconveniente aludido de no contar con los medios precisos para llevar a cabo la empresa. La realización de la obra sólo era viable en manos de un equipo nutrido y solvente; de este modo, la Dirección de la ENCICLOPEDIA se ha ocupado de reunir un conjunto de colaboradores que componen, en síntesis, la mejor demostración de que la obra es, en realidad, la consecuencia de una función colectiva muy compenetrada, una entrañable tarea de entendimiento y cooperación entre todos los asturianos y los que, sin serlo, se interesan por nuestra región.
La ENCICLOPEDIA está dirigida a un público muy amplio, a todos aquellos que quieren saber cosas acerca de sus antepasados, sobre su propia tierra, sus hombres, su riqueza, sus glorias y sus tradiciones, pero que son ajenos a la especialización. Se suple este requerimiento, justo y noble, aunque lógicamente, no se desatiende al lector que practica otro tipo de consulta, es decir, el erudito, el investigador. A nuestro juicio, la ENCICLOPEDIA conjuga el difícil equilibrio que exige una obra de esta índole: hay amenidad, hay anecdotario trivial, pero también hay rigor científico y comedida profundidad. De esta manera, el único beneficio es el lector.
No cabe vanagloriarse de que la GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA sea una obra genial, absolutamente desprovista de omisiones, de pequeñas impurezas; por sus propias características de síntesis, de aglutinamiento, de heterogeneidad, es a ella inherente -casi obligado- este género de irregularidades. No en vano han sido muchos los millares de fichas manejados en su confección, desde los datos relativos a la Prehistoria hasta los relacionados con el tiempo presente, y de cuyas materias -de difícil tratamiento- se procuró una síntesis monográfica.
A pesar de todo, estamos seguros de que en justa retribución al valor de este acontecimiento en la historia de Asturias, al hablar de nuestra Región, en lo futuro será difícil disponer de otra fuente de consulta, de otra obra informativa y técnica más copiosa y explícita que esta que hoy ve la luz.
GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA
Segunda edición
En 1981 apareció una segunda edición de la Gran Enciclopedia Asturiana, con tres tomos de Apéndices que dan cuenta de entradas modificadas o añadidas por los acontecimientos que tuvieron lugar entre 1970 y 1980 en Asturias. La ocasión también dio pie para una declaración de la Editorial, en la que se reseña el éxito alcanzado por la primera edición y se señala la existencia de los apéndices.
Preámbulo a la 2ª edición
Cuando comenzó a gestarse la GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA, les pareció a algunos una tarea inconcebible, y creyeron que su realización era una utopía. No obstante, y a pesar de tratarse de una actividad editorial que carecía de precedentes a escala regional, la ilusión se vio convertida en algo material que causó el asombro de los incrédulos.
Es cierto que el éxito alcanzado tiene su deuda con las personas que fueron fieles a lo que se les ofrecía: una Asturias totalizadora con interesantes textos y no menos sugestivas ilustraciones. Unos y otras procedían de colaboradores que ponían sus saberes a nuestra disposición, ofreciendo sus conocimientos y su fe en la cimentación de una obra que resultaría de permanente vigencia.
El llevar a cabo la labor de completar la GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA supuso, por sus miles de fichas, confrontaciones y resoluciones, una ingente labor, pero -repetimos- los colaboradores supieron salvar los obstáculos que se presentaron. No se contó, sin embargo, con el apoyo de los organismos y estamentos oficiales, de quienes los rectores de la obra no recibieron ninguna clase de ayuda, cuando parecía que el carácter de la misma lo requería.
Además del acierto en la elección de los colaboradores, hay que añadir la enorme acogida que la obra tuvo por parte del público, sin distinción de puntos cardinales en el mapa asturiano; y aún fuera de él, para dispersarse todavía a otras naciones, especialmente americanas hispanohablantes.
La GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA, como pionera en su género, fue luego copiada, a veces calcada, y así los habitantes de otras regiones españolas pudieron disponer de una obra que recogiera las peculiaridades propias de las mismas.
La GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA, como obra colectiva eminentemente laudable, incluye lo oportuno, y sirve, tanto de libro de consulta como para una lectura de entretenimiento; y de manera indiscutible, para conocer la savia tanto erudita como popular de Asturias.
La diversidad asturiana fue, con tal edición, polarizada por primera vez en una obra global, aglutinadora y única. Se pretendía partir de lo particular, pero sin que los parámetros geográficos regionales limitaran el contenido enciclopédico de la obra. Y estimamos que se logró tal propósito, al difundirse las propiedades genuinas asturianas en su amplio diafragma y en sus diversos espectros. En definitiva, la GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA cumplió su misión testimonial, aunque a veces la ilusión de los promotores quedara descompensada por la imposibilidad de alcanzar las previstas y máximas metas.
En la presente reedición se han corregido impurezas tipográficas, así como erratas -las localizadas, pues es bien sabido que erradicarlas absolutamente es imposible-, quizás muchas de ellas subsanadas ya por el buen criterio de los lectores.
Se enriquece ahora la obra con nuevo material gráfico, sustituyendo fotografías cuya deficiencia no fue observada en el momento oportuno.
Los datos demográficos se actualizan, aunque deben tenerse en cuenta las fluctuantes variaciones que sufren en poco tiempo.
Realmente la actualización básica de la GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA se hace en el Apéndice de la misma, en elaboración, pues transcurridos diez años de la primera edición, es necesario ya un Apéndice complementario que recoja las vivencias asturianas de tal tiempo. Y nuevamente hemos de mostrar agradecimiento a los colaboradores, expertos en sus predilecciones hacia las diversas disciplinas, por la eficacia de sus reseñas. Y la importancia de sus trabajos en la difusión de la cultura asturiana.
Entre 1993 y 1999 se añadieron a esta segunda edición de la Gran Enciclopedia Asturiana tres tomos de Apéndices y un tomo Índice para la búsqueda de las más de 30.000 entradas de la obra.
A partir de 2004 comenzaron a publicarse nuevos apéndices, en este caso con el subtítulo «Apéndice geográfico del siglo XXI», y que comenzaban una nueva numeración en números romanos. Hasta el momento se han publicado seis de estos apéndices.
Así, actualmente, la Enciclopedia consta de 27 tomos, de los que existe además una edición de lujo, con estampados en oro, con dimensiones de 290 x 210 mm, 6.300 páginas en papel couché, más de 12.000 fotografías, ilustraciones, gráficos y mapas, y tres tomos encuadernados artesanalmente en 365 x 250 mm.
Texto Enciclopedia de Oviedo
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