Nueva perspectiva de la pasarela sobre el río Piles. Ya se aprecian en ella sendos desperfectos, a los que se alude en este articulo. Un día del malhadado mes de agosto de 1914. Se la desmonta sin más miramientos, tras trece años de matrimonio con un río que, cual el nuestro, la esmosaba a placer en las mareas vivas. Obsérvese a esos dos honrados ciudadanos que, en pelota, hacían de las suyas en unos parajes de los que eran dueños y señores (aproximadamente hacia 1906).
No tengo el ánimo para oraciones fúnebres. Ni para profundizar más en lo que ya quedó escrito. El puentecillo aquel de madera, erre que erre. sigue acaparando mis diarias horas de brega. Lo miro y, a la distancia de tantos años, me parece bastante coquetón...
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