Ingenios para la diversión
A lo largo del presente trabajo nos hemos situado en el ambiente creado en una ciudad, Gijón, en tomo a su playa que protagonizaba la vida de la población gran parte del año desde finales del siglo XIX y hasta casi tres décadas del siglo siguiente. La ciudad era capaz de recibir un importantísimo número de visitantes atraídos por el mar. En tomo a esta belleza natural, se fue articulando un veraneo elegante hecho de “bellezas” artificiales capaces de cambiar la imagen de la ciudad colocando arquitecturas aptas para servir todas las necesidades del bañista: facilitarle sus baños, hacerle más agradable sus paseos, y por último, entretener sus ratos más ociosos con imaginativas diversiones.
Para lo último una ciudad de cierta importancia como Gijón contaba ya con una variada oferta de diversiones veraniegas, precisamente en la época de fiesta grande. El habitual circuito de feria hecho de barracas de fenómenos, cinematógrafos, o rifas, acudía a Gijón como a otras poblaciones en fechas parecidas. Pero además de este circuito habitual, existía una oferta adicional de aquellas diversiones que acudían a Gijón no por ser una ciudad importante, si no por ser una playa importante. Entre algunas de esta última clase hemos elegido dos proyectos suficientemente ilustrativos del ambiente generado en torno a la playa y de las arquitecturas que supieron mantenerlo. Son además dos “juegos” de los dedicados a explotar el vértigo, una de las fórmulas de éxito seguro en esta clase de industrias.
Aunque hoy aquí sólo vamos a hablar del primero de ellos, corresponde a una diversión asidua a la playa gijonesa a mediados de la primer década del siglo XX, ya que los permisos, municipales y de marina, refieren su presencia en años anteriores a 1905. Para este “juego de sport Montaña rusa”, Benigno Rodríguez, maestro de obras por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y habitual en proyectos de este tipo, diseña una estructura de madera y hierro en forma de plano inclinado que comunicase la galería norte de Las Carolinas con la playa en dirección al mar. Los clientes del Balneario podían así, tras tomar un reparador baño medicinal o de placer según los casos, lanzarse a toda velocidad a través de la montaña rusa para llegar en medio de un viaje emocionante a la playa.
Noticia Viejo Gijón, año 1904. Hemeroteca diario El Comercio-
<<Montaña rusa marítima en Gijón, es la instalada en el balneario de Las Carolinas. El aparato es sencillísimo. Desde la altura del balneario se ha colocado un plano inclinado de unos 40 metros de longitud, que termina en la mar. Desde la parte superior del plano un bote cae en completa libertad hacia las aguas, asegurado por guías a babor y estribor. El descenso es vertiginoso.>>
Anuncio diario El Noroeste 2-9-1904. Hemeroteca de Gijón
El texto y el plano del proyecto pertenecen a: Arquitecturas para el veraneo en el Gijón de entre siglos por Juan Carlos De la Madrid Alvarez.
Lo podéis descargar en el siguiente enlace: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=72692
La postal Playa y balneario Las Carolinas: COLECCIÓN IMÁGENES POSTALES DE GIJÓN. Fondo Vinck
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