De la Exposición Regional a la Feria de Muestras. El libro del centenario (1924-2024)


Rafael Suárez-Muñiz, con su libro sobre la Fidma en las escaleras del Palacio de Congresos. JOSÉ SIMAL

«La Feria es un organismo vivo muy complejo»

Diario El Comercio

Pablo Xurde Merino. Miércoles, 7 de agosto 2024

Rafael Suárez-Muñiz presenta hoy a las 18 horas en el Pabellón de Congresos su trabajo ‘De la Exposición Regional a la Feria de Muestras. El libro del centenario (1924-2024)’, editado por el Ateneo Jovellanos, la Cámara de Comercio, el Principado, Sabadell y Corporación Masaveu. Fue el doctor en Geografía más joven de España y es un apasionado del Urbanismo y de las historias que hay detrás de la región, lo que le llevó a ganar el Premio de Investigación Rosario de Acuña en 2023, por su obra ‘Jardines Singulares de Asturias’. Además de ser director de Estudios Urbanos colabora con este diario y es profesor de alumnos con altas capacidades.

–¿Qué evolución muestra en su libro de la Feria de Muestras?

–He hecho un recorrido geohistórico para mostrarle a la gente de manera sencilla su evolución en la historia y las localizaciones que ha tenido a lo largo de los años.

–¿Qué es para usted esta cita?

–Para mí la Feria es un organismo vivo muy complejo. Lo que hacemos en este libro es rescatar todas las células que han dado vida a la Feria, desde expositores, estands. visitantes y, por supuesto, trabajadores. He querido hacer hincapié en los nombres propios que la han hecho posible.

–Como ser vivo, ¿en qué fase está después de cien años?

–La Fidma se encuentra en un momento de plenitud y madurez total. Me parece que pocas cosas más le hacen falta al evento.

–¿Y qué hay de las mujeres importantes?

– También les he dedicado su espacio, han sido imprescindibles y muchas veces invisibles. Empresarias, dependientas, azafatas, taquilleras, etc. Por ejemplo, el negocio de Charo Melero, Exclusivas López –que ahora ha derivado a El Chilu y Los Calamares–, que no se pierde una cita desde 1965. Pienso también en Mari Luz Suárez, que lleva El Cuco, o en Sara de Faes, de La Gufrería; y más clásicos de la Feria. Otra de las grandes figuras femeninas de la Fidma es Carmen Fernández, que fue jefa de Contabilidad durante cincuenta años.

–La presentación del libro tiene una estructura característica.

–Así es. He querido huir de una mera exposición de presidentes y localizaciones y he tratado de presentar historias enmarcadas en fechas y espacios con una explicación del por qué de cada decisión. Poca gente sabe, por ejemplo, que las primeras Ferias que se hicieron en Begoña o en Los Parques Elíseos (El Continental) se emplazaban allí porque eran lugares con corriente eléctrica y zona de arbolado suficiente para crear sombra en verano.

–Esa preocupación se mantiene.

–Sí, siempre se ha apostado por muchas zonas arboladas y con plantas. La Feria es un inmenso recinto y también ha evolucionado en un parque botánico.

–¿Ha sido fácil encontrar información?

– He consultado muchos archivos municipales y también privados, hemerotecas de prensa y otras fuentes de información. Ha sido mucho trabajo, el bruto lo hice solo en ocho días –de 5.45 a 22.30 horas–, más otros siete de maquetar y editar. Lo que más me costó fue conseguir que algunos de los participantes de la Fidma quisieran participar en el proyecto, pero ha habido otros muchos que sí lo han hecho. Si alguien no tiene su historia en mi libro es porque no ha querido.

Doscientas fotografías

–Es una obra muy visual también, ¿cuántas imágenes en total?

–Son más de doscientas fotografías las que incluimos en el libro. Hay carteles y fotos en blanco y negro, en color, a doble página… De todo. También aproveché el hecho de que soy cartógrafo para incluir planos de creación propia de los distintos emplazamientos a partir de los archivos públicos y privados.

–Para llegar a donde está hoy, la Feria ha pasado por muchos cambios y localizaciones…

–Sí, desde la Exposición Regional que en 1899 montó Luis Adaro y Magro hasta que se estabilizó en el recinto ferial actual, la historia del evento es muy compleja. Durante la República y la Guerra Civil, por ejemplo, no se celebró. Después la Feria fue buscando su lugar a golpe de empuje y suerte. A partir de los años sesenta tuvo un impulso muy grande por parte de la Cámara de Comercio, con Luis Adaro y Pedro García-Rendueles. Como decía, el libro, como la Feria, tiene muchos nombres propios.

–¿Qué otros secretos guarda el libro?

–Hay muchas sorpresas que quiero que la gente descubra cuando se ponga a leerlo. En el acto de presentación también habrá algunos regalos que ningún amante de la Fidma querría perderse. Que se puedan contar se me ocurre alguna imagen de parte de la Tribunona de El Molinón utilizada como parte de la Feria o un cartel con uno de los lemas más clásicos: «Una y mil veces… Cafés Areces».

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