El Gaviotu de Rovés.

Composición fotográfica hecha por mi. Pablo Fernández Díez, mi hijo mayor, http://basicozero.es/ se ha encargado de darle color y frescura, a este Gaviotu que formaba parte de un anuncio de Almacenes Silka (la casa de los trajes) publicado en el diario Voluntad el 15 de agosto de 1957.

Mi recuerdo de hoy es para el Gaviotu, ese personaje tan entrañable, nacido de la pluma de Juan Martinez Garcia-Rovés, que nos acompañó durante muchos años en las páginas de el diario Voluntad, y posteriormente en la Nueva España.

El Gaviotu, nació en Cimavilla, donde tiene casa, mujer y tres hijos. Y pasea, va al chigre, se emborracha a veces los sábados, enferma y le duelen las muelas. Y se baña en la playa. Alguna vez, cuando otra cosa no puede, pesca a caña o incluso trabaja en tierra para llevar la pancheta a los suyos, o sea, un marinero más de los de bajura de Cimavilla o barrio alto de Gijón, con sus alegrias y sus tristezas, su risa y su llanto, criticón, gijonudo abondo, paseante hasta lo imposible.

Para él Gijón es todo un paseo que mira al mar, que es el escenario y tiene por foro el horizonte. Y mira y remira y piensa y habla y filosofa, con unos y con otros, y con todos y con él mismo, y como se dice vulgarmente, ¨no se corta¨para decir lo que piensa. Ni para pensar lo que le apetece.

Extraido del libro: Coses del Gaviotu de Rovés. Vivencias de Gijón 1952-1962. Gonzalo Martínez Junquera.

Portada del libro ¨400 Chistes del Gaviotu¨ de Rovés

EL “GAVIOTU”, UN PERSONAJE DE ROVÉS QUE ESTÁ VIVO ENTRE NOSOTROS.

Una palabra netamente orteguina, vivencia, ha sido la escogida para resumir el sentido y el vivir del “Gaviotu”, un maravilloso y protéico personaje gijonés creado por el dibujante y periodista asturiano Juan Martínez Rovés en el año 1952. El compilador y glosador de estas “vivencias de gijón” no es otro que Gonzalo Martínez Junquera, hijo del dibujante y Licenciado en Filosofía que, junto con sus hermanos y con sus hijos se ha volcado en la tarea, nada fácil, de buscar en archivos y hemerotecas todas las viñetas que reflejan lo que muchos recuerdan como chistes del “Gaviotu”, pero que, como dice Gonzalo, son algo más . Son las “Vivencias del Gaviotu”.

El conjunto de más de 600 viñetas reunidas, con sus correspondientes textos humorísticos en este libro, es la primera entrega de lo que podría ser el “corpus” total de las singularísimas, típicas y divertidas historias que Rovés -para nosotros será siempre Rovés- plasmó
diariamente, a lo largo de un cuarto de siglo en el desaparecido periódico “Voluntad” de Gijón, que estaba instalado desde los tiempos de la guerra civil, en las dos primeras plantas del nº5 de la calle Marqués de San Esteban. Hasta el año 1975, las viñetas de Rovés se mantuvieron en página preferente -en la primera del períodico-. Pero a partir del mes de septiembre de dicho año -“Voluntad” fue suspendido por la decisión del Delegado Nacional de Prensa y Radio del Movimiento- y hasta principios de 1978, o sea durante algo más de dos
años, los avatares del “Gaviotu” se publicaron en el diario “La Nueva España”, en su versión gijonesa. Se era consciente, desde el primer periódico de Asturias, de la garra popular que tenían los dichos y hechos del increíble sujeto que surgió de la mente creativa de Rovés.

Bien, pues a estas alturas, al borde mismo del año 2000, el “Gaviotu” está ahí, por una especie de milagro electrónico y nos llama a gozar de su acerada lengua, de sus ironías y sus sarcasmos y su insoslayable humor en las mismas páginas del diario asturiano. Tengo que
decir que Rovés ha muerto ya hace bastantes años. Pero su personaje único sigue ganando batallas después de muerto físicamente su creador. Y es que el “Gaviotu” sigue viviendo de alguna manera en la entraña popular de los “playos”. Es el “playu” por excelencia en una simbología difícil esquemática que lleva en sí todo el espíritu del gijonismo cimadevillense.
Toda una psicología sencilla y compleja al mismo tiempo, de características inconfundibles, en la que la sencillez de vida, la observación inapelable, la ironía más fina o el sarcasmo más acerado hacen par con la generosidad, el igualitarismo genético -valga la expresión- el “nadie es más que nadie” que preside los monólogos y deliberaciones del “Gaviotu”, observado incansable del acontecer social, desde los acontecimientos más humilde hasta la aparición de los sucesos más empingorotados. Todo, visto siempre a través de esa especie de neblina búdica que, cual aura espiritual, rodea el perfil ascético, pequeño y delgado del personaje.

No ha habido, en toda la prensa asturiana de este siglo, personaje más popular, que haya penetrado tanto en la vida de sus lectores como ha sido el del “Gaviotu”, hasta el punto de que antes -en aquel Gijón de apenas 50.000 habitantes y dinámico y más volcado en si mismo que el actual- y ahora también, el “Gaviotu” ha llegado a la hipóstasis ideal, a la sustantivación de sí mismo como personaje del mundo real, del que muchos creen que está vigente en el registro civil, como el “último de los playos”. Algo así. Tal es la fuerza de su impulso inicial.

Juan M. Rovés, un asturiano de Cudillero, fue todo un señor del periodismo, que vino a Gijón tras acabar la guerra civil. Y aquí, diez años después, creó el personaje del “Gaviotu”, tras la incitación que le hizo un director de periódicos -en este caso, el “Voluntad”-, llamado
Francisco Villagordo Montalbán. Rovés llevaba más de diez años viviendo en Gijón, donde había fundado una familia, con el sentido cristiano y la modestia de vivir que le carcterizaban. Nadie se explica cómo fue capaz de este acierto supremo del humorismo astur que fue el “Gaviotu”. Pero yo tengo para mí que fue su gran capacidad de observación, su amor a Gijón y, sobre todo al Gijón marinero, lo que le puso en el camino de ese acierto. Me parece también, me da a mí el pálpito, que fueron el conocimiento personal de Sebastián Miranda, el
gran dibujante y pintor, al que conoció en sus paseos por el Muelle, y también el estudio de su prodigioso “Retablo del mar”, los factores
que contribuyeron a encender la mecha del contagio -tan necesaria, como quería el poeta Juan Ramón Jiménez- para sacar de la nada este personaje ya mítico.

Juan M. Rovés captó la anécdota de este mundo pequeño de la vida gijonesa, tan bulliciosa y viva en sus comedias, sus tragedias y sus tragicomedias. Más de 7.500 viñetas produjo su pluma con trazo seguro e inspirado a lo largo de 25 años. Algo insólito en la Prensa asturiana, aunque luego hubo muchos otros dibujantes, magníficos, ingeniosos – el ingenio astur nunca muere-, pero que no llegaron a plasmar un personaje de la fuerza penetrante y de la simpatía -a pesar de su mala leche en muchas ocasiones- del “Gaviotu”.

He trabajado todos los días en el diario “Voluntad” con Juan M. Rovés. Ya dije que era todo un caballero, pero también he de decir que fue un completo periodista que, en muchas ocasiones, cuando había que preparar un número extraordinario -para las fiestas de Begoña
y Navidad, todos los años- o cuando había que utilizar esa eléctrica epopeya de un personaje real que es la caricatura, allí al lado estaba la figura silente, admirable, leal y siempre bien dispuesta de Rovés. No olvido tampoco que durante varios años, nuestro admirado amigo fue

capaz, en aquel periodismo no siempre cómodo, de realizar una entrevista diaria a personajes de actualidad, a los que siempre captaba en una caricatura definidora de rasgos y sintetizadora de gestos. Rovés no fue, en el periodismo gijonés, sólo un creador impar, con el milagro del “Gaviotu”. Fue un periodista que, dentro del nunca bien comprendido periodismo periférico -el “periodismo de provincias” de los madrileños-, ocupó un puesto modesto pero rico y reverberante. Su tarea está recogida en las hemerotecas y resulta sugerente y en cierto modo imprescindible para quienes, en el sendero de los recuerdos y de la curiosidad sociológica, quieran conocer ese Gijón de los años 50, 60 y 70. Estas “Vivencias”, estas “Coses” del Gaviotu, que así las llamaba Rovés en vida, están ahora en las manos de lectores que, si no contemporáneos de sus ocurrencias, sí pueden disfrutar, divertirse y pensar en lo que fue la vida gijonesa, en la pequeña anécdota, a través de la pupila sesgada de ese gijonés, menos parlanchín que sentencioso, más pobre que una bodega vacía, pero con un corazón tan grande como la caracola marina. Un “playu” que, como han demostrado los años de su ausencia, si no existiese habría que inventarlo.

Bastián Faro. Periodista. Gijón, mayo de 1998

Concurso diario Voluntad verano de 1954

Publicidad con el Gaviotu, diario Voluntad.
Hemeroteca diario El Comercio 7-11-1978

Muséu del Pueblu d’Asturies / Museo del Pueblo de Asturias
Cartel de calendario publicitario de dulces de manzana y de ciruela de Industrial Zarracina, de Gijón/Xixón, h. 1958, firmado por Rovés (Juan Martínez García-Rovés, Cudillero, 1906 – Gijón, 1978) y con El Gaviotu como protagonista (medidas: 37 x 25 cm). Este personaje de viñeta lo creó Rovés en 1952 en el diario Voluntad, de Gijón, y llegó a alcanzar tanta popularidad que fue en los años cincuenta y sesenta protagonista de numerosos anuncios publicitarios de gaseosas, almacenes y tiendas, tabernas, motocicletas, chocolates, etc. Este cartel acaba de ingresar en el museo.

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