Un paisaje de Gijón: las camisetas de los “artistas” del once local tendidas al sol sobre el fondo norte de El Molinón. No es una postal turística, pero dice más al corazón de gijoneses y gijonesas que cien vistas pintorescas. Cada ciudad tiene sus colores. La nuestra, por encima de todo, es rojiblanca. Lo demuestran, en inequívoca exhibición de gijonismo, dos de sus símbolos mayores: el escudo municipal y el del Real Sporting.
Dos colores, blanco y rojo, que viran al sepia cuando repasamos los cien años del más viejo solar futbolístico de España, que es, para los de aquí, mucho más que un estadio.
El Molinón es reserva espiritual, templo para devotos de la liturgia balompédica, escenario de gestas deportivas e hitos musicales; el coliseo que los romanos, padres fundador...
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