Prólogo
El 30 de mayo de 2024 se conmemora el centenario de la consagración de la basílica del Corazón de Jesús, conocida popularmente como «La Iglesiona», uno de los edificios claves de la arquitectura contemporánea de Gijón; y que, en su siglo de existencia, atravesó vicisitudes de todo tipo, alguna de las cuales pusieron en tela de juicio su propia continuidad. El origen de este singular templo está estrechamente vinculado a la presencia de la Compañía de Jesús en Gijón, institucionalizada a partir de la inauguración del Colegio de La Inmaculada en 1890. Fue uno de sus primeros rectores, el padre Cesáreo ĺbero Orendain, quien en la década de 1910 impulsó la construcción de un templo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, cuya devoción popular había sido promovida durante el pontificado de Leon XIII, aunando un brillante proyecto arquitectónico y patrocinios varios; entre ellos el principal de la donación del solar del templo por parte de la familia Zulaybar Díaz.
La presencia en la ciudad, desde comienzos del siglo XX, del maestro de obras Claudio Alsina i Bonafont fue decisiva para sellar el vínculo arquitectónico del templo con el modernismo barcelonés. Y explica que un discípulo de Gaudí, Joan Rubió i Bellver, fuera a la postre el proyectista del templo jesuítico. La ejecución del proyecto no dejó, por otra parte, de tropezar con dificultades, como la enemiga del clero secular de la ciudad y del propio Ayuntamiento; lo que explica su lenta gestación y desarrollo a lo largo de más de 15 años.
La singularidad arquitectónica de este templo de nave única y cubierta de arcos parabólicos, fue complementada con la espectacular riqueza decorativa de su interior, a través de las pinturas de los hermanos Immenkamp, entre las que destaca la representación del triunfo de los justos en el Juicio Final en el ábside de la iglesia, o las vidrieras de la firma Maumejean Hermanos; más los trabajos de ebanistería, orfebrería y metalistería, que desembocan en un conjunto único.
A los pocos años de su inauguración, “La Iglesiona” sufrió su primera prueba de fuego, en un sentido literal, pues el lunes 15 de diciembre de 1930, en protesta por el fusilamiento de los sublevados en Jaca, fue incendiada y vandalizada, sufriendo severos daños en su fachada e interior. La disolución de la Compañía de Jesús en 1932 supuso su incautación por el Estado; y, tras la revolución del 34, fue prisión provisional para los encausados en los consejos de guerra subsiguientes.
El estallido de la guerra civil en julio de 1936 trajo consigo la eliminación de todo símbolo religioso de su exterior: el apeo de la cruz, de la estatua monumental del Corazón de Jesús, y de las estatuas de los apóstoles Pedro y Pablo y de los santos de la Compañía. Y la transformación de su interior en cárcel, de la que esporádicamente se produjeron «sacas». De hecho, tras la finalización de la contienda, un memorial emplazado en el atrio de la iglesia recogió los nombres de quienes allí padecieron cautiverio.
La reconstrucción postbélica fue lenta y trabajosa, pues el edificio había quedado en un estado calamitoso. En manos de la Compañía de Jesús permaneció hasta el 18 de agosto de 1998, en que fue vendido a la Archidiócesis de Oviedo. El grado de menoscabo que presentaba entonces este singular templo era notable, con grietas en sus fachadas, a consecuencia de fallos en la cimentación, goteras provocadas por el estado deficiente de la cubierta, y deterioro generalizado de las pinturas, de tal manera que se hacía imprescindible su restauración.
El artífice de la misma fue su primer rector, el sacerdote Julián Herrojo, quien impulsó el proyecto de restauración a partir de 2002, poco antes de que el templo alcanzase el título de basílica menor el 28 de octubre de 2003. Las obras de restauración fueron laboriosas, costosas y complejas hasta que, por fin, el 6 de diciembre de 2009 «La Iglesiona», con su renovada cara, abrió sus puertas de nuevo al culto.
Todo este proceso secular aparece brillantemente presentado en esta publicación por el historiador Héctor Blanco González, con la singularidad de hacerlo a través de una “fotobiografía”; es decir, de una recopilación de imágenes, difícil y laboriosa por la diversidad de sus fuentes, que ilustran la gestación del proyecto, el desarrollo de las obras, en definitiva toda la evolución del templo en su ciclo secular.
Con esta publicación guiada por la mano experta de Héctor Blanco, la Fundación Alvargonzález pretende aportar su grano de arena en la conmemoración del centenario de «La Iglesiona”, sin duda el templo más singular de la ciudad de Gijón, y uno de los más destacados ejemplos de la arquitectura religiosa de Asturias.
Ramón María Alvargonzález Rodríguez
Director de la Fundación Alvargonzález
Invitación para los actos de inauguración de la iglesia
Casa de la familia Zulaybar Díaz, esquina de las calles Begoña y Jovellanos.
La iglesia tras la ocupación de Gijón, ausente de estatuas. Biblioteca Nacional de España.
El nuevo templo . El Noroeste 31-05-1924
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