Los Calamares de Casa Marcelo.

1591.Casa Marcelo Bar. Junio  1933

Marcelo y su esposa Carmina en la barra del Bar Casa Marcelo, inaugurado en el año 1932 en la calle Blasco Ibañez 87, enfrente de la Plaza del Instituto.

Fotografía de Constantino Suárez. Junio de 1933.  Museu del Pueblu d´Asturies.

LOS CALAMARES DE CASA MARCELO 
Después de una pila años se me desveló el gran misterio: el cómo y de qué manera hacía los calamares fritos aquel fenómeno de la hostelería que se llamaba Marcelo y que tenía su bar en la plaza del Instituto, donde hoy está la agencia Álvarez.

Repito que ya se desentrañó el misterio de cómo preparaba aquel manjar el barman apellidado Cuervo Quintana. Aquel hombre enamorado del fútbol y fanático del Sporting, que lucía la chaquetilla y el mandilón inmaculadamente cuidado por su esposa Carmina, que en vida fue su mejor referente. Marcelo, con su brazo izquierdo inútil, soñaba en rojiblanco. Acudía a El Molinón, se levantaba de su asiento animando, increpando y ejerciendo sus sentencias balompédicas como si fuese ultra. Fue un hombre que ocupó mucho espacio en la ciudad con su negocio, en donde los jóvenes y menos jóvenes pasábamos horas atendidos diligentemente por profesionales de la categoria de Manolo Junquera, Corsino, Oliver, Antonio, Santos, Eladio, Joaquin, Jose o Manolin «el Fona».

4590. Calle san Bernardo. 9-6-1936

A la derecha Casa Marcelo. Fotografía de Constantino Suárez.  Museu del Pueblu d´Asturies.

Joaquin García Cuesta. casa Marcelo 1946

Fotografía de Joaquín García Cuesta del año 1946, se ve una cartelera del Cine Los Campos, y a la izquierda la pizarra, en donde los domingos se apuntaban los resultados de los partidos de fútbol.  Museu del Pueblu d´Asturies.

Alli, en aquel sitio, recuerdo que salió de la boca de alguno de los clientes de la época —que bien pudo ser «el Churi», Cati, Tito «el Regaña», Falagan, Jose Carlos Perez, Toni «el Bujias», Carlitos «el Virginiano», Gerardo «el Cocón», Pepin «el Quinielas», Juanjo «el Guarro», Meana «el Güevu», Armando «el Tapia», el Pilu, Vicente «el Pialla», o yo mismu— la denominacion de plaza del Parchis: de uno de estos que jugaban al rechonche salio el sobrenombre de la ahora plaza del Instituto y antes plaza del Generalisimo (¡que remediu quedaba!).
Allí tomaron las primeras cañas de cerveza. Allí se hablaba y se discutia de fútbol. Allí daba la vuelta el tranvia. Allí se ligaba, porque les mozuques aparecian por El Parchis con gana de ello, antes de que todos fuesemos a El Jardin. Alli tomamos nuestros cafés con La Cimbali, que no era como alguien pensó una putuca de alterne, sino que se trataba de una cafetera de diseño: «Tome un café con la Cimbali», rezaba un anuncio pegado en un escaparate del bar.
Pero, a lo que vamos: a Marcelo se lo llevo Dios hace mas de un cuarto de siglo y todo gijones que se precie especuló como seria capaz de preparar aquellos sensacionales calamares fritos que perfumaban los alrededores del distrito. Era algo que rozaba con el cum laude gastronomico y la reciella, cuando pasaba por delante del local, compraba les migues que quedaban de la fritura de aquel manjar servidas en un cucuruchu de papel de estraza.

Anuncios El Comercio. Casa Marcelojpg

Mini anuncios publicados en el diario El Comercio en la década de los años 30

Hemeroteca diario El Comercio.

Casa Marcelo color

Postal de mi colección de los años 60. Donde el letreru de Pepsi, estaba Casa Marcelo.

Pasaron muchos años y no se desvelaba el secreto de la fritanga y el rumor mas extendido es que Marcelo se lo habia llevado al otro mundo.
Las especulaciones no pararon en todos estos años y los inventos siempre aparecieron en boca de los que los añoraban: que si los rebozaba con galletas de Maria, que si los hacía con harina de maiz, que si el aceite era perronero, que si los dejaba pudrise….¡ Yo qué sé!
Sus hijas, Mari Carmen y Luisa, conocen el sistema que, según la primera, está basado en la sencillez.
Despues de más de un cuarto de siglo podéis tomar nota: «Los calamares eren potarros gigantescos, iqué más da! Y frescos, porque no se habia inventado eso del congelao. Cortábalos en cachinos y, bien adobaos con ajo y sal de la gorda, tapábalos con hielo que traía de La Rula, dejábalos en la fresquera del patio un par de días pa que reblandeciesen. Luego rebozábalos en harina de trigo ordinaria mezclada con bastante pan rallao, hasta secalos. Rematábalos en la sartén con aceite muy caliente del que había antes, cuando el racionamiento, y que no era precisamente de girasol, friéndolos hasta que churruscaben un poquillin. Antes de servilos, dejábalos enfriar un poco y, cuando los clientes los jamaben, poníense-yos los güeyos en blanco y levantaben la cabeza en dirección al Santón, al que también y llegaben los olores».
La racion con medio vermú sifoneado a manguerazos costaba setenta y cinco céntimos. El cartuchu con les migues, una perrona. Los domingos vendía doscientos litros de bebida y entre trescientos y cuatrocientos kilos de aquellos gloriosos calamares.

ültimo día Casa Marcelo. Del Campo.

Último día antes de su cierre de Casa Marcelo, como muy bien nos describe el autor de la fotografía, Gonzalo del Campo y del Castillo. Museu del Pueblu d´Asturies.

cierre de casa marcelo el comercio

Artículo de el diario El Comercio extraido de su hemeroteca digital.

Marcelo Cuervo

Sí a Casa Marcelo vas

un día nada más

ya no irás a otro sitio

ni por casualidad.

Casa Marcelo. janel Cuesta

El Noroeste casa Marcelo 15-08-1932

Yo tenía 5 años cuando cerró Casa Marcelo, y no recuerdo haber estado nunca en el local y mucho menos haber probado sus calamares. Y sin embargo su fama sigue en la memoria de muchos gijonéses  resistiendo al paso del tiempo,  digo yo que por algo sería.

Sí conocí a Dioni Viña, que contagiaba alegría allí donde iba y leí muchos de los artículos que que se publicaron en el libro Nordestes, Nordestinos y Nordestazos, del que está sacado el texto para la entrada de hoy. Vaya desde aquí mi humilde homenaje para su persona y gracies Dioni por lo mucho que nos hiciste reir y por compartir eses ¨pijaúques¨de nuestru queridu Gijón.

Dioni Viña . Nordestes, Nordestinos y Nordestazos

Comencipié a goler la salmoria y a oír charrar en playo el 16 de agosto de 1942, cuando mi madre, Consuelo Viña Mori, casada con Dionisio García Blanco, me nació en una casina de la calle Antonio Cabanilles, en Ceares, frente a los Jesuitas, colegio en donde ellos quisieron que empezase a haceme un paisanucu. Tamién recurrieron al Corazón de María, pero, como siempre hice lo que me salió de les cascarries, salí como salí.

Luego espoxigué, y gustóme mucho correla, meteme por todos los laos y ser un ordinariu hablando, lo que me recriminaba mi probe madre, pero sirvióme pa alcontrar los decires gijoneses y ahora sacar esti librín (que espero vos guste), empujáu, eso sí, por Juan Ramón Pérez Las Clotas, decanu de los periodistas asturianos, que siempre me animó a recuperar el estilu costumbrista gijonés pa escribir en los papeles.

En esto del periodismo empecé haz unos trein­ta años y animáu por el mi amigu del alma Carlos María Meana Arduengo, escarabijando cuartilles y publicando en El Comercio caxigalines sobre baloncesto. Allí conocí, como redactor jefe, al maestrón de periodistas, José Julio González Fernández-Puente, «Julio Puente», que me dio brío y cancha hasta enganchame en lo que sería mi profesión de periodista. Casi a un tiempu, sentí inquietudes por la radio y, a lo roncha, empecé a rajar en EAJ-34 Radio Gijón (que ahora ye la Cope) y Radio Mar (que ye Onda Cero).

En prensa hice cosuques en los desaparecidos diarios Noroeste y Asturias Diario Regional. Fui corresponsal de la revista especializá Nuevo Basket, en el AS y, más tarde, en el Marca, donde me enguedeyé en todos los deportes hasta que cansé. En Televisión Local Gijón (TLG), colaboré bastante tiempu tras poner en marcha la popu­lar tertulia de fútbol de los lunes.

Pero mi empresa, la que más me realizó, fue La Nueva España, a donde llegué también de la mano de Julio Puente en 1983, empezando a esbillar informaciones a esgaya del mi pueblu pa les secciones de municipal, sucesos, deportes y lo que apañase. Ahora, como toy jubileta, publico «El Nordeste» los domingos, una sección de pijaúques en estilín costumbrista gijonés, que hay gente que diz que-y presta no sé cuanto.

Esti libru, el primeru que hago en solitario, ye la recopilación de muches charranaes que oí a lo largo del montón de años que ya tengo. Ye la consecuencia de lo que leí, oí y me rajaron, porque todu dios me echó un gabitín. Gracies a todos por ello, y que esta pila de cosines nuestres quede pa la posteridad.

Nordestes, nordestinos y nordestazos. Dionisio Viña (Gijón 1942-2007)

de 6 comentarios a Los Calamares de Casa Marcelo.

  • Luis Fernando Solís  Dice:

    Yo si lo conocí y exacto el comentario sobre Dioni decirte que ese libro que detallas me tocó leerlo durante el huracán Wilma en ribera Maya nos tuvieron encerrados cuatro días y fue muy grata la compañia

  • Joaquin  Dice:

    Cuando estudiaba Bachillerato en el Instituto los lunes compraba, en casa Marcelo, un cartuchu de recortes de calamares en el recreo. Todavía guardo el sabor en mi cabeza.

  • María Emilia Menéndez  Dice:

    Me encanta todo lo relacionado con mi pueblin del cual llevo lejos mucho tiempo,pero lo sigo amando y siempre recordando con mucho cariño y apareciendo cada año pero la pandemia me tiene claustrada

  • Julio mendez colunga  Dice:

    Fantastica historia me da mucha melancolia

  • Soldado estelar  Dice:

    Yo era un nenu pequeñín cuando cerró, pero creo recordar decir a mis padres que iban a veces y yo con ellos claro.

  • julio rodriguez carballido  Dice:

    Yo visitaba cada día Casa marcelo,con Juanjo (de La Coruña como yo),jugábamos a los dados(al mentiroso),eran los años 1964 al 1968,eramos amigos,Mata,Gerardo,Meana,Pepin y alguno más.Juanjo y yo nos hospedábamos en una pensión en la calle Costanilla de la Fuente Vieja,estudiábamos en la escuela de Peritos en Fernández Ladreda.Recuerdo a Marcelo con su brazo inútil,los calamares y su larga barra.Tiempos inolvidables,un nostálgico y cariñoso recuerdo para todos los amigos de CASA Marcelo en el Parchís….

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